Esta es una de las más hermosas preguntas que te puedes hacer. Con esa inquietud, inicia una de las relaciones más bellas que alguien pueda tener y es consigo mismo.
Me hago esta pregunta reiteradas veces y las respuestas que he encontrado me han llevado a una mayor comprensión de mí misma. Un mayor conocimiento como ser humano, y me dispone a verme de manera objetiva y sobre todo amorosa y compasiva.
He encontrado que para amarme a veces es necesario quitar esas telarañas que no me permiten ver claramente el panorama de mí.
Sin esos “deberías”, que ensombrecen mi vida: el debería ser esto, debería ser aquello, debí haber hecho o dicho esto, debí haberme dado cuenta, o debí haber pensado y sentido esto o lo otro. Y peor aún, debería ser esto y no eso. No aceptando lo que en mi realidad se encuentra. En últimas no aceptándome a mí misma tal y como soy. El desamor por uno mismo es el resultado de tener una voz interior que es un juez vertical e implacable que condena, juzga y descalifica todo lo que pienso, siento, digo y hago. Eso es lo más cercano a convivir con el enemigo. Ahí nunca hay paz ni la posibilidad de sentirme bien en mi propia piel.
En ocasiones eso que encuentro en mi puede no gustarme, o lo puedo juzgar como algo que no debería existir en mí, de esta manera trato de excluirlo de mi vida. Y eso excluido es lo que hace mella en mi ser. Sin embargo, eso que deseo excluir, es lo que me permite ver lo que aún no he integrado. Reconocer que hago parte del todo y que todo está en mí, aceptando y permitiendo que exista, hace que lo pueda percibir sin juzgamiento.
Amarme implica reconocer y dar un lugar a todo lo que encuentro en mí, a lo que me gusta y a lo que no me gusta. Esta es la única manera en que puedo abrazar lo que soy por completo. Luz y sombra siempre están juntas y tienen una función.
No podría existir la luz sin la oscuridad.
Abrazos
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Escrito por: Jeannette Romero